Jn 3, 16-18
Celebramos este domingo la fiesta de la Santísima Trinidad: Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Cuando pensamos en la Trinidad, por lo general nos viene a la mente el aspecto del misterio: sin tres y son uno, un solo Dios en tres personas. La liturgia de este domingo, sin embrago atrae nuestra atención sobre el aspecto del amor que expresa el misterio de la Trinidad. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son uno porque Dios es amor: el Padre da todo al Hijo; el Hijo recibe todo del Padre con agradecimiento; el espíritu Santo es como el fruto de este amor reciproco entre el Padre y el Hijo.
Los textos de esta santa Misa hablan mucho del amor. No hablan tanto de las tres personas, (solo hay una frase en la segunda lectura que menciona a las tres personas: el Señor Jesucristo, Dios y el Espíritu Santo) como del amor.
Celebramos este domingo la fiesta del amor. Esta fiesta puede proporcionarnos una gran alegría, puesto que nos ofrece una perspectiva muy positiva. No se concibe a Dios como un monopolio solidario, sino como la unión de tres personas en el amor. Estas personas rebosan también de amor por las criaturas, en particular por nosotros los hombres.
Acojamos con mucha gratitud la revelación de la Santísima Trinidad como un don de amor e intentemos realizarla cada vez mejor en la vida de cada día: en la vida de oración, en la vida familiar y en nuestra vida de trabajo.
Por seminarista Rene Barrera...
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